miércoles, diciembre 29, 2010

De entre las mil y tantas rayadas de madre que recibí en mi correo por lo que escribí sobre don Alejo Garza Tamez, hubo uno en particular que me llamó la atención (aparte de que era el único correo en el que no me mentaban la madre, jejejeje).

No sé si fue una broma (aunque el autor asegura que no) o el tipo en verdad sepa algo, pero me puso a pensar en algunas cosas que no había pensado por no ser tan fan de don Alejo. No pondré el texto íntegro porque no he recibido la respuesta con el consentimiento de su autor, por lo que sólo pondré un pedazo de la pantalla del monitor, para que se den una idea.


A grandes rasgos, la persona que me mandó el correo se avienta un rollo psicológico social donde asegura que don Alejo es tan real como el Chupacabras. Según él lo crearon en las fechas del centenario y el bicentenario por esa necesidad de la gente de aferrarse a héroes –o querer ser héroes- y buscar soluciones desesperadas a sus problemas. Creer en algo más. Sumarle un santito a la lista divina para sentirnos más protegidos y seguir estirando la esperanza -eso sí- sin recibir soluciones verdaderas.

El autor dice que ya sabían lo que provocaría en la mayoría de las personas una historia como esa. Ya sabían que nadie se atrevería a cuestionar la veracidad del personaje ni de sus actos en fechas de patriotismo ciego, soberanía fallida, justicia inexistente y actos de barbarie; menos si anteponían las palabras “honor”, “dignidad” y “héroe” a la historia. Aparte, asegura que la gran mayoría –por naturaleza- piensa o ha pensado en hacer lo que se supone que hizo el señor Alejo, y el simple hecho de imaginarlo, lo vuelve real, pues si uno lo pensó, otros también lo piensan, y habrá uno que lo lleve a cabo. "Porque siempre es el otro, no uno”, dice.

El autor del correo narra que, así como todo el mundo tuvo enfermos o conoció gente que murió de influenza A(H1N1) (la cual, dice, fue también una farsa); así no falta quien haya conocido a don Alejo o a sus familiares.

Hay una parte -creo que casi al final- en la que dice sentirse extrañado de que nadie cuestione la existencia de una sola fotografía del señor, siendo que don Alejo era cazador, y los cazadores acostumbran tomarse fotos con sus trofeos. Al final termina comparando a don Alejo con el fenómeno guadalupano (por eso lo mencioné en mi post anterior), “un fenómeno social de reacciones hipócritas".

Yo conozco poco de la historia del señor don Alejo, pero me pareció interesante este correo, aunque fuera una broma. Juzguen ustedes.