lunes, febrero 22, 2010

Estoy abajito de John Lennon

Hace algunos días recibí el correo electrónico de una persona que dio con mi blog gracias a un par de imbéciles que se plagian íntegros mis escritos y los presumen como suyos.

El autor del correo me dijo que “no hiciera berrinches” cuando le pedí que me facilitara los datos de los culpables para irles a partir su madre. Me dijo que hacer corajes por eso era algo absurdo y se negó a darme la información, por lo que sospeché que él era uno de los rateros.

Total que me tranquilicé y reflexioné que, en un país como México, viviendo rodeado de gente con mierda en la cabeza, uno puede esperar eso y cosas peores. Tenía razón el morro: hacer corajes por un robo, viviendo entre ladrones, era algo absurdo.

Le mandé un email con esa profunda reflexión y me respondió que el problema de los “plagios autorales” no era exclusivo de este país. Ahondó en el tema y mencionó que muchos de los grandes escritores de todos los tiempos habían plagiado descaradamente ideas y textos de otros escritores no tan conocidos, siendo los primeros quienes alcanzaban la fama, la admiración y la fortuna, mientras que los autores originales morían miserables y en el anonimato. Uno de los escritores ladrones que mencionó, fue Shakespeare.

Al saber esto, me quité un peso de encima, pues ya estaba comenzando a pensar que estaba loco o era un ignorante, pues siempre he considerado una mierda los textos de Shakespeare.

Por otro lado, no digo que todos estemos obligados a generar ideas nuevas o –como dice la gente común y corriente que gusta de frases prefabricadas- “descubrir el hilo negro”. Hablo simplemente de decencia; de vergüenza; de honestidad. Personalmente, yo me sentiría de la verga haciendo eso. Me sentiría pésimo al saber que no puedo pensar o sacar conclusiones propias ni siquiera en base a pensamientos ya existentes. Me daría un tiro al comprobar que mi cabecita no da para más y me orilla a la penosa necesidad de adjudicarme algo que no es mío.

Por ejemplo: hace poco recibí por correo -correo del antiguo, con cartero que pide propina y toda la cosa- un libro donde viene una frase de mi autoría: algo que publiqué aquí hace tiempo. Fue una lectora de este blog quien se dio cuenta y me lo mandó. Confieso que fue muy gratificante saber que su autor bien pudo haberse fusilado mi ocurrencia, pues nada le garantizaba que fuera a darme cuenta (honestamente, no creo que hubiera comprado el libro); sin embargo, le sacó la lengua al Lado Oscuro de la Fuerza, fue justo y me dio mi crédito.
Lo más chingón de todo, es que mi pensamiento lo puso debajo de uno de John Lennon... Snif... Gracias.