domingo, mayo 11, 2008

La ciudad del desconocimiento

Mi ciudad presume ser "la ciudad del conocimiento" y, como estado, dice ser el "estado del progreso". Lo más curioso es que no existe un sólo río limpio en el que se pueda uno meter a nadar sin riesgo a rajarse la palma de la pata con un vidrio o agarrar una infección por tanto deshecho tóxico y mierda que vierten en ellos. Es más: algo tan sencillo como arrodillarse, meter el rostro y beber agua directamente del cauce es imposible. Es garantía de muerte. Una alberca pública en semana santa, llena de niños miones y albañiles con sudor de tres días es más higiénica que nuestros mantos acuíferos.

"Conocimiento" y "progreso" están peleados con las formas más básicas de convivencia con la naturaleza. El conocimiento es sinónimo de ignorancia y el progreso significa ir para atrás llevándonos todo lo que se nos atraviese de encuentro.

Los alcaldes y alcaldesas se la pasan haciéndose tarugos, los empresarios son voraces barriles sin fondo, las calles se llenan de pordioseros pediches, sangre, casquillos de bala y por 5 pesos extras cualquiera lame botas, mama un pito o mata a su madre.

Hace poco escuché que van a construir un nuevo estadio de fútbol. “Ya es necesario”, alegaban los empresarios “preocupados por darles a los regiomontanos lo que se merecen” bajo la bandera de: "La mejor afición del país se merece un estadio de primer nivel". Pffft... ¿Qué mamadas son esas?

En el lugar donde está planeado construirlo, derribarán sabinos de más de 200 años de antigüedad y exterminarán la poca fauna endémica; el impacto ecológico, el caos vial y los borrachos al volante harán más fea a esta de por sí horrible urbe. Será más fea que cualquiera de los integrantes de los Kumbia Kings… ¡imagínense!

Pero la mayor preocupación no es ninguna de las anteriores, sino: ¿Cómo es posible que los Rayados del Monterrey (dígase esto con chingos de orgullo) vayan a compartir estadio con los Tiges (dígase esto último con desprecio, como si se dijera la palabra "naco")?. Eso sí les parece aberrante a los ciudadanos.

¿Valdrá la pena sacrificar un pulmón de 10 hectáreas –o más- para construir un estadio para dos equipos que siempre han sido maletas? ¿Realmente es necesario?
Ah, pero eso sí: Somos la ciudad del conocimiento y el estado del progreso.

Como me dijo un amigo que vino de visita a la ciudad: "La primer oportunidad que tuve de irme de este país, no la pensé dos veces... es más: no la pensé ni una vez".
Él, ahora vive en una pequeña ciudad de un pequeño país europeo donde nunca sucede nada. A veces, hasta aburridos suelen ser los días. Todo es tan perfecto allá, todos son tan disciplinados, tan sanos y respetuosos, que a veces da hueva.

Yo, en lo personal, preferiría vivir en un pueblito donde no sucede nada, a vivir en una ciudad donde todo lo malo sucede a diario.